Journal: Escapada a Campanarios de Azaba

Hace unos días estuvimos celebrando el cumple de Carlos en Campanarios de Azaba, una reserva biológica increíble en la provincia de Salamanca, muy cerquita de Portugal. La reserva es muy grande y solamente un espacio pequeño está dedicado al alojamiento, con lo cual la intimidad y la tranquilidad están aseguradas. Vaya, nos resultó la escapada perfecta desde Madrid🤩.

Nosotros nos alojamos en el Lodge, pero también ofrecen una casita y una burbuja. Tuvimos mucha suerte puesto que no había nadie alojado ese fin de semana y el hotelito era todo para nosotros solos. Además, la calidez del equipo hizo que fuese un finde absolutamente redondo y especial, súper dedicado a hacérnoslo pasar lo mejor posible. No sólo eso, también aprendimos cosas sobre la zona, los diferentes animales y sobre la vida misma, la verdad. Y diría que si hubieramos tenido el gusto de pasar algo más de días, nos hubieran enseñado a montar un vallado, arreglar una caldera o hacer un fuego con dos hojas y un palito.

Se pueden reservar excursiones para ir a observar y aprender sobre la fauna y la reserva, pero también con un paseo (fácil y para toda la familia) se pueden ver mogollón de animales (desde bastante cerca). Dormir en completa oscuridad, ver miles de estrellas y la inmensidad del encinar... Vaya, nos pareció el lugar perfecto para parar y romper un poco con el corre-corre diario

Recursos:

🏡 El alojamiento
🦅 La reserva

Os dejo el diario visual del viaje y si os animáis o tenéis cualquier duda, me contáis en comentarios o por Instagram 🌷

Cadaqués – Guía de viaje

Hace ya casi un mes de mi viaje a Cadaqués y Perpiñán, pero igualmente quería dejaros una guía de sitios donde comer y lo que yo recomendaría hacer en Cadaqués. Me parece tal delicia de lugar que, aunque ya es más que popular, no puedo dejar de recomendarlo y dedicarle un espacio aquí. Además, fuimos a Cadaqués recién llegada de Berlín, por lo que esos rayos de sol calentitos y ese cielo azul tan intenso me pareció, si cabe, más bonito que la última vez que estuve.

Dónde comer

Siento que debo empezar por el tema de la comida porque si a algo se va a Cadaqués es a comer bien (que no necesariamente barato eso sí). Carlos y yo decidimos volver a Cadaqués después de un par de años sólo para disfrutar del arroz y el alioli de Can Rafa, aunque esta vez les pillamos de vacaciones y no pudimos cumplir nuestro objetivo. En Casa Anita es obligatorio pedir uno de sus pescados y probar las anchoas y los espárragos (¡nunca había visto espárragos de ese tamaño!); el restaurante, sombrío e íntimo, es perfecto para disfrutar de una cena perfecta. En ambos hay que reservar. Para una cena o comida ligera, tanto para el estómago como para el bolsillo, os recomiendo Mut. Se encuentra en una placita tranquila y tienen platos algo diferentes y más económicos. Para desayunar no encontramos ninguno particularmente especial, pero sí que recomendaría tomarse un café en cualquiera de las terrazas de los dos bares en el paseo principal. Más agustito, imposible.

Qué hacer

La verdad es que mi plan en Cadaqués no es otro que pasear sin rumbo, sentarme a leer o dibujar y no mover el coche de donde lo aparcamos (que no es fácil). Como planes alternativos a los típicos que podéis encontrar de un plumazo en Google, os diría que vayáis andando un poco más allá del centro y alucinéis con las casas que hay por allí. También, si en el paseo os encontráis un acceso a algún Camí de Ronda, sigáis explorando. Generalmente, hay tesoros por el camino.

Consejos

  • La carretera de acceso tiene un buen rato de muchas curvas, así que se tarda un rato en entrar y salir.

  • Fuera de temporada se puede aparcar en la calle. Si no, hay un parking a la entrada. Está al lado del centro.

  • Hay muchas cuestas y mucho suelo de piedra, así que…calzado cómodo.

  • Cadaqués es caro, así que la idea de un apartamento donde cocinar alguna de las comidas os permitirá ahorrar un poco.

¡Gracias por todas las recomendaciones (son todas vuestras)! Por cierto, hace unos años escribí un post con recomendaciones sobre la Costa Brava, así que si quieres saber más, haz click aquí.

Mini-guía: Cabo de Gata

¡Aloha! Hoy os quiero compartir mi mini guía para recorrer Cabo de Gata. La verdad es que me hace especial ilusión redactar esta guía porque fue un puente precioso y no conocía esta zona de España. Me sorprendió muchísimo y me he quedado con infinitas ganas de volver. Me decían que Cabo de Gata tiene un algo especial, y os puedo confirmar que es absolutamente cierto. Sinceramente, hasta este último año que he viajado más, no era consciente del auténtico paraíso en el que vivimos.

En este viaje, además de disfrutar de nuestro clásico “veroño”, hice muchas cosas por primera vez: probé las gambas rojas, hice snorkel y vi el impactante desierto de invernaderos de Almería. ¿Sabíais que se ven desde el espacio? Muy fuerte. Antes de empezar, quiero agradecer vuestra ayuda y el despliegue de recomendaciones que recibí, especialmente a Silvia de @dreamxstreet. Gracias, de verdad.

VISITAR

Dunas y desierto de Tabernas

El desierto más conocido de la zona es el desierto de Tabernas. No obstante, si recorréis la zona con el coche os será imposible no toparos con estos paisajes tan áridos, que bien podrían ser el escenario de cualquier película del Oeste que se precie.

La zona de la playa de Monsul tiene unas dunas espectaculares que, sin duda, te hacen dudar si en algún momento aparecerá algún camello paseando por allí.

COMER

Mariano

En el pueblo de Carboneras, se encuentra un clásico de esos que pasan los años y sigue siendo igual o más popular que antaño. Se trata del ‘Chiringuito Mariano’.

Encontraréis pescado fresco y sobre todo, una joya que yo hasta entonces nunca había probado: el gambón rojo. Qué delicia. En Madrid el precio de este crustáceo es prohibitivo pero allí es pondrán una ración GENEROSÍSIMA por un precio de infarto.

En general, todo lo que pidáis allí está rico. Es recomendable, sobre todo en días como el domingo a la hora de comer, que reservéis mesa. Nosotros fuimos a repetir y no cabía ni un alfiler.

COMPRAR

Cerámica en Níjar

Si me seguís desde hace tiempo sabéis que todo el tema vajilla me vuelve loca, sobre todo las tazas y las ensaladeras. Si estáis por la zona, os recomiendo una visita a Níjar, un pueblo famoso por su tradición cerámica. Encontraréis todo tipo de piezas, colores y tamaños.

En mi opinión es el souvenir y recuerdo perfecto para llevarse de la zona. Además, si os dais una vuelta por las tiendas podréis encontrar auténticas joyas de la decoración. Ojo si estáis buscando piezas únicas para vuestra casa: tienen unas mesas de exterior hechas con mosaicos espectaculares.

Fuente: http://nuevo-estilo.micasarevista.com/casas-lujo/casa-en-la-finca-en-caceres/estructura-de-hierro-con-techo-de-canizo

VIVIR

Snorkel en Monsul/Cala de la Media Luna

25 años y nunca había hecho Snorkel. Carlos me suele decir que no he tenido infancia. Al principio me daba un miedo/grima horroroso ponerme las gafas y mirar hacia abajo. Pero una vez hecho, no quería salir del agua.

Estas playas, aunque bueno, la zona en general, tienen unas condiciones óptimas para este tipo de actividades y, de verdad, que os recomiendo muchísimo daros una vuelta por allí y meter la cabeza debajo del agua.

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Agua Amarga

Uno de los pueblos más famosos de la zona es Agua Amarga. Tiene una playa grande pero da la sensación de estar muy recogida, lo que la hace muy agradable. El pueblo es totalmente blanco y es una auténtica delicia pasear por allí.

Además, tiene muchas opciones gastronómicas por lo que es el pueblo perfecto para un buen arroz y una cerveza fresquita.

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Playa de los Muertos

La playa más conocida de la zona es la Playa de los Muertos. Y su fama está más que justificada (en mi opinión). El color del agua es de un azul cristalino que nada tiene que envidiar a las playas caribeñas de postal.

El acceso es algo complicado, ya que hay un desnivel importante. Pero bueno, si no tenéis ningún problema de movilidad, un poquito de cuidad y sin problema. También podéis hacer un paseo cortito hasta llegar al mirador (desde donde saqué esta foto).

Como todo, en temporada alta será complicado encontrar sitio pero fuera de los meses estivales, la playa no está agobiantemente concurrida.

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Faro de Cabo de Gata

Otra de las paradas obligatorias es el Faro de Cabo de Gata. No podéis iros de allí sin subir (podéis ir en coche) hasta el faro y dar un paseo. Las vistas (como suele ser desde los faros), son maravillosas. Se puede ver toda la silueta de la costa y, por lo menos cuando nosotros lo visitamos, no hay mucha gente.

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Almagro y las Tablas de Daimiel

¡Aloha! ¿Cómo andáis? Yo muy achicharrada y echando de menos mis abrigos, gorros y bufandas. Pero bueno, qué le vamos a hacer. 

En el post de hoy quería compartir con vosotros mi última escapada con Mr. Bold. Con la excusa de su cumple, nos fuimos a pasar el finde a Almagro, un pueblo en Ciudad Real que rompe con cualquier mito absurdo de que en La Mancha no hay nada que ver. Creo que para los que somos de Madrid y alrededores es una escapada de fin de semana estupenda. Está a poco más de dos horas de Madrid y el camino es realmente muy facilito. 

Realmente no elegimos Almagro desde el principio, la idea era ir a un restaurante italiano con muchísimo renombre que está en Tomelloso (a una hora de Almagro) y en el que le regalé una cena a Mr. Bold por su cumple. Con esta idea en mente, busqué algún pueblo bonito cerca y lo que más me encajó fue Almagro.  

Viernes: De Madrid a Almagro

El viernes me recogió Mr del trabajo hacia las cuatro y fuimos a comernos un pincho de tortilla en Casa Dani, en el Mercado de la Paz (si no lo habéis probado, estáis tardando). Con la tripa llena, muchas muchas ganas de escapar de la rutina y una buena playlist (Junio de 2018) pusimos rumbo a Almagro. Después de un camino de paisajes no demasiado espectaculares llegamos a un pueblo blanquito. Recuerdo perfectamente como nada más acceder ya se veía al fondo el verde de la plaza, uno de los elementos más característicos del pueblo. 

Aparcamos el coche (no tuvimos ningún problema de espacio) y entramos en Casa Rural Tía Pilar, donde nos alojamos el fin de semana. La casa es una preciosidad: tiene dos patios pintados de azul y blanco llenos de flores, mesitas y detalles pintorescos. Nos dieron la habitación en la que según ellos "cuando vienen a sacar fotos de lencería o de boda siempre piden esa habitación". No se me ocurre mayor honor, oigan. 

El resto de la tarde esperamos a que bajase un poco el calor en la habitación con el primer partido del mundial y una breve (pero necesaria) siesta. Después salimos a cenar a uno de los restaurantes de la plaza y dar un paseo por allí. 

Sábado: Las Tablas de Daimiel y Marquinetti

El sábado nos despertamos con calma (para eso están las escapadas de finde) y bajamos a desayunar a la plaza. No puedo ni explicar lo mucho que disfruto de desayunar un buen pan con tomate en una terraza, sin horario y sin obligaciones. Para mi es uno de los grandes placeres en esta vida (¡bendito pan con tomate!). 

Después de desayunar nos pusimos nuestras gorras de explorar y fuimos a Las Tablas de Daimiel, otra de las razones por las que Almagro resultó ganador a la hora de elegir destino. Quería que hubiera alguna opción de naturaleza cerca pero como iba a hacer muchísimo calor tampoco me apetecía dedicar un día entero a ruta. Así que, Las Tablas de Daimiel son perfectas para eso. 

Por si os quedan ya muy lejanas las clases de geografía, Las Tablas de Daimiel es un parque nacional que protege el humedal. Para que nos entendamos, se trata de una zona en la que, cuando ha llovido, hay mucho agua. En el parque hay puentes que cruzan los humedales y alrededor hay, como os podéis imaginar, muchísima vegetación y especies diferentes de aves, peces y reptiles. Es realmente un paisaje muy curioso. Nosotros tuvimos suerte porque como ha llovido tanto había agua y pudimos verlo (casi) en todo su esplendor. 

El paseo es apto para todo el mundo, no se necesita nivel de ningún tipo y me parece una excursión perfecta para ir con niños. Eso sí, pega el sol de lo lindo. Preparad la crema y la gorra. 

Una vez hicimos el paseo por allí (se tarda más o menos una hora) fuimos a comer a un pueblo que nos habían recomendado: Villanueva de los Infantes. Es un pueblo bastante cuco y como parada nos gustó mucho. Después de la comida, fuimos al hotel a pegarnos una ducha, descansar un poco y esperar que bajase el calor (porque maaaadre mía). 

Esa noche fuimos a Marquinetti, el restaurante que os comento. Está en Tomelloso, a una hora de Almagro, y es famoso por tener las mejores pizzas del mundo. Reservé con un mes antelación, aunque creo que no es necesario tanto tiempo: había varias mesas para gente sin reserva. La verdad que el trato fue inmejorable y la comida estaba muy buena, aunque me duele decir que prefiero la pizza de Piccola Napoli o de Grosso Napoletano. Pedimos una ensalada Romescu, que estaba espectacular, y dos pizzas: la Fantasía y la de Rabo de Toro. Sinceramente, la Fantasía estaba muy rica, pero la masa era tan densa que resultaba realmente pesado acabársela. Por otro lado, metimos la pata con la de rabo de toro, dentro de que estaba también muy rica. 

Domingo: Vuelta a Madrid

El domingo nos lo tomamos con mucha calma también. Nos levantamos, recogimos y nos bajamos a desayunar con tranquilidad en la plaza. Después dimos una buena vuelta por Almagro. No puede faltar su corral de comedias o la Iglesia de San Agustín, aunque creo que lo mejor es dejarse llevar y disfrutar del paseo. Realmente se trata de un pueblo con mucho encanto. Si podéis, aprovechad para ir al Festival de Teatro de Almagro (del 5 al 29 de junio). Tiene que ser muy chulo. Comimos en El Abrasador de Almagro una ensalada de jamón serrano espectacular y una carne increíble también. De diez. Salimos encantados. De ahí pusimos rumbo a Madrid, paramos para repostar y limpiar la matanza de mosquitos y bichos que llevábamos en el morro y el cristal del coche y pusimos fin a una escapada realmente slow y necesaria. 

Espero que os haya gustado el post y sobre todo que os animéis a visitar Almagro. Definitivamente, es un lugar que merece la pena y que a mi, desde luego, me sorprendió para bien. 

Un abrazo muy fuerte

Imprescindibles de la Costa Brava y L'Empordà

¡Aloha! Maaadre mía. ¿Hace cuánto? ¿Cuánto que no escribo? Justo ahora le estaba comentando a Emma lo extraño que se me hace volver a ponerme al frente del teclado. Bueno, ni siquiera eso. Solamente el pensar qué os iba a contar y cómo ya se me está antojando raruno. 

Lo bueno es que vuelvo a tener ganas de escribir. De retomar el blog y seguir documentando un poco lo que me vaya apeteciendo. En este caso, y como habréis visto, últimamente de lo que más me apetece hablar es de viajes. Y es que, desde que empecé a tener un sueldo fijo, aprovecho cada finde que puedo para salir un poquito de Madrid. Y mira que me gusta Madrid, pero escaparme y ver, vivir y comer cosas diferentes me inspira y me llena de ganas de crecer, mejorar y aprender sobre la vida. Jajaja, qué dramático y cursi ha sonado, ¿verdad? Pero bueno, más cierto que el comer, oye. 

No quiero enrollarme mucho más con introducciones, así que vamos a ir al grano ya con la guía para recorrer la Costa Brava. El caso es que como siempre, decidimos lo que queríamos hacer por Semana Santa a última hora y todas las opciones de vuelos y hoteles en el extranjero estaban caras no, lo siguiente. Ambos teníamos muchas ganas de conocer la Costa Brava, ninguno habíamos estado por allí pero habíamos oído hablar de las maravillas que hay por allí. Así pues, organizamos nuestro roadtrip a la española y nos recorrimos la zona requetebien. Eso sí, hay otro millón de cosas que dejamos pendientes porque SEGURO que volveremos. 

¿Donde alojarse? 

Nosotros dividimos la estancia en dos partes: una más práctica y otra de deonexión total. Los cuatro primeros días estuvimos en el apartahotel Arrels d'Empordà en Palafrugell, en la zona urbana. Esa zona bonita no es, pero tiene un porqué. Decidimos alojarnos aquí porque, además del buen precio del lugar, estaba en mitad de la CB y nos permitía movernos con facilidad y rapidez con el coche. Además, queríamos pasar la mayor parte del viaje en un apartamento para desayunar y cenar allí y así reducir un poquito costes. Además, no sé vosotros pero a mi pasar una semana fuera de casa comiendo TODO comidas de restaurante me deja KO. 

Las dos últimas noches reservamos una habitación en Mas Coquells: una masía en mitad del campo, al lado de un pueblo abandonado y con un encanto digno de salir en cualquier revista de viajes que se precie. Mas Coquells se merecería un post aparte, pero en una palabra podríamos definirlo como el "desestrés". Lo que os comentaba, la casa está rodeada de campos de margaritas. Es dog-friendly, tiene terracita, zona chill en el patio, chimenea y SILENCIO. Mucho silencio. Además, las anfitrionas son súper hospitalarias y se encargan de que todo este perfecto. El desayuno se sirve todos los días en una sala tipo bódega; prometo que que no hay mejor manera de empezar el día que con ese pan con tomate y la bandeja de embutidos que se incluyen en el buffet. Es algo difícil de acceder: 2km de piedrecitas y camino sin asfaltar, pero merece la pena. Mucho. 

Mis imprescindibles

1. Sa Tuna

Sa Tuna me enamoró...y no se por qué. Quizás porque fue el primer destino al que fuimos y fue como empezar de verdad las vacaciones. No sé, me pareció un lugar especial, como si estuviera paseando en un paisaje de libro. La tranquilidad que se respiraba en las callecitas me conquistó. Sin duda, creo que es una parada obligatoria. 

2. Camí de Ronda: desde la playa el Golfet hasta El Far

Los camís de ronda son típicos de la Costa Brava. Hay muchísimos por toda la costa y podéis elegir cualquiera de ellos porque probablemente todos sean preciosos. No obstante, me cuesta creer que alguno sea más espectacular que el que empieza en la playa del Golfet y acaba en el Far. Cada tramo del paseo es espectacular. Si os preocupa la complejidad de la ruta, quitaos los miedos porque es nula. El camino está más que trazado, andado y marcado...así que no hay excusas. 

La playa del Golfet es una de las más bonitas que he visto nunca...lo sé, siempre digo lo mismo, pero es que es verdad. Definición pura del concepto "mediterráneamente". Aunque no hagáis el camí, de verdad, tenéis que echar un ratito en esa calita. Antes de llegar a El Far, el camino pasa por Calella de Palafrugell, precioso también. Obligatorio tomarse algo viendo el mar y un helado a la vuelta después. He de decir que Calella me gustó más que el mismísimo Cadaqués. La ruta acaba en El Far y por supuesto, semejante esfuerzo se ve recompensado con unas vistas preciosas. Además, allí podéis hacer como nosotros y reservar mesa para comer un arroz con bogavante de infarto en el restaurante El Far. 

Probablemente, si tuviera que quedarme con un único imprescindible, sería este punto. 

Paratdge de Tudela

Cerca de Cadaqués y en el camino a Cap Creus, encontráis el Paratdge de Tudela. Se trata de una zona espectacular llena de formas geológicas chulísimas (parte de la gracia es ir adivinando a qué animal se parece cada formación) y con unas playas de infarto (aunque no se puede bajar). Parece increíble que hace años todo aquello estuviera construido. Ya veréis, ya. El paseo está perfectamente trazado pero hay rutillas alternativas un poco más "salvajes" y se puede uno perder entre las diferentes formaciones subiendo y bajando las rocas. Sin duda, merece muchísimo la pena. El horario es restringido, si no recuerdo mal de 10:00 a 18:00. Hay que pagar cinco euros por aparcar el coche en el aparcamiento y por entrar al recinto. Bien invertidos, de verdad. 

Pals, Peralada y Madremanya

Los pueblecitos de L'Empordà son todos bonitos, por lo que mi recomendación general es coger el coche e ir recorriendo y disfrutando de los campos de florecillas que atraviesa la carretera. No obstante, si me tuviese que quedar con tres me decantaría por Pals, Peralada y Madremanya. Madremanya se encuentra en un entorno espectacular y el pueblo tiene un aura mágica y romántica que hace que el paseo por sus calles sea una delicia. Pals y Peralada son también dos joyas de pueblos por los que pasear y perderse un poco. En Pals, importante parar media horita y tomar una cerveza, crepe o café en la plaza (hay un restaurante de crepes que es divino) y en Peralada no os podéis quedar sin ver el castillo. Nosotros no entramos dentro pero nos perdimos por los jardínes...tienen incluso una zona llena de pájaros. Ojito. 

Cadaqués

No sabía si incluirlo entre mis imprescindibles porque es muy famoso de por sí y un poco típico, pero es que creo que sería pecado no hacerlo. Os recomiendo ir entre semana y fuera de temporada, como todo, me parece que en pleno Jumanji de julio y agosto aquello debe perder gran parte de su encanto. No hay mucho sitio donde aparcar, nosotros un día de poca gente tuvimos que tirar del parking de pago, así que imaginad. Eso sí, menudo paseo nos pegamos, empachados de belleza acabamos. No hay nada específico que ver, simplemente hay que dejarse llevar y empaparse de la luz que reflejan sus paredes blancas, disfrutar de los colores de las chumberas y respirar profundo del olor a mar. 

Los must gastronómicos

Carles Antoner

Se encuentra en la Plaza Mayor de Lladó y, sin duda, os recomiendo encarecidamente que lo probéis. El chef, Carles Antoner, ha trabajado con Berasategui y sabe cómo sacar lo mejor de la gastronomía catalana y añadirle un toque de alta cocina. Además, la relación calidad-precio es imbatible. Obligatorio olvidarse del azúcar y probar alguno de los postres. 

Can Varoca

En el pueblo de Cistella se encuentra este restaurante que, sin tener pretensión de nada, logra que salgas con la sensación de haber comido de diez. Su menú del día más que completo y por un precio imbatible. De esos sitios que reafirman mi convicción de que comer bien no tiene por qué ser caro. 

La Galera

Para comer buen pescado hay que ir a La Galera, en Palamós. De todos los sitios a los que fuimos, este fue el más caro. Pero madre mía. Nunca, JAMÁS, había comido una merluza tan buena. Y sin ningún tipo de preparación especial, a la plancha y punto. Allí no hay carta, eliges de lo que tengan ese día de la lonja y a disfrutar. Pedimos también unas almejas a la marinera y sepionas que, igual, nos dejaron absolutamente enamorados de este sitio. 

Can Rafa

Recomendado por vosotros, Can Rafa es EL LUGAR en Cadaqués para comer arroz. Nosotros pedimos un arroz negro incluido en el menú del día junto con el ali oli más rico que he probado en mi vida. Recomendadísimo.

En todos ellos es recomendable reservar con antelación, especialmente en verano, festivos y demás. 

En resumen...

Recorrer la Costa Brava en coche te permite disfrutar del mar, el campo y la montaña en un mismo día y sin salir de la misma carretera. De verdad, es un recorrido precioso y una zona espectacular. Absolutamente paradisíaca. Si bien hay muchas zonas que están completamente ultrajadas por apartamentos turísticos y pensadas para un turismo masivo, lo cierto es que se trata de una zona preciosa. Rica en naturaleza, con una gastronomía exquisita y una cultura tremenda. 

Sin duda, me he quedado con muchas ganas de volver, hacer más camís de ronda, encontrar más masías como Más Coquells y volver a andar entre millones de margaritas. 

Si habéis estado o tenéis planeado ir, hacédmelo saber para poder compartir impresiones y esas cosillas. 

Os mando un besote enorme. Como siempre, mil gracias por leer. Nos leemos pronto. 

 

Escapada a Gredos: nieve en Arenas de San Pedro y Guisando

¡Aloha! Ya estaba yo tardando en subir un post de escapada...con lo que me gustan a mi últimamente. En general, prefiero escribir este tipo de entradas a los pocos días de haber ido: todavía guardo en la memoria todo bien fresco y mantengo mucha emoción dentro. Creo que, en cierta manera, cuando estoy en ese estado, los posts se contagian de ese sentimiento y quedan más especiales. 

Pero bueno, no siempre puede ser y se me ha ido un poco de fecha la publicación (y creación, vaya) de este post. Aunque, como siempre decimos, más vale tarde que nunca. Vaaaaayamos al tema en sí. 

Resulta que por mi cumple, Mr. me regaló una escapada a la Sierra de Gredos: botas de montaña y casita rural incluida. Hacía unos meses habíamos hablado de visitarlo, del pecado imperdonable que suponía tener semejante paraíso tan cerca de casa y no conocerlo. Total, que yo encantada cuando recibí el regalo, me probé las botas y empecé a curiosear qué podíamos hacer por la zona. 

¿Dónde dormimos?

En Gredos hay muchas zonas que visitar, pero nuestra casita estaba en Arenas de San Pedro. La verdad es que tiene unas vistas espectacular de la Sierra de Gredos y está localizada en un sitio estupendo para hacer rutas y cerca de muchos lugares de interés. Nosotros nos hospedamos en Casa Crisol, en concreto, en la casa Uria. La verdad es que salimos encantados: tanto por la casa como por el trato que recibimos. Se trata de un conjunto de casitas desperdigadas en medio de un montón de bosque. La casa Uria, en la que nos hospedamos nosotros, tenía dos plantas: la de abajo cuenta con una cocina, un salón y un baño. En la planta superior se encuentra el dormitorio, con una ventanita en el techo monísima y una cama con el edredón más calentito que he probado nunca. De verdad, aquel edredón no dejaba escapar ni media pizca de calor. 

La casa nos gustó muchísimo, de verdad. La cocina tenía todo lo necesario para cocinar casi cualquier cosa y un tostador que me gustó tanto que me lo acabé comprando cuando llegué a Madrid. Tenía chimenea, televisión, sofá-cama y hasta una Wii. Al llegar, nos recibieron con yogur casero en la nevera y palmeritas de chocolate de una pastelería del pueblo. Vaya, como para quejarse. Además, cuando llegamos nos dio la bienvenida Juan, un perrito de estos que te hacen poner voz de tonta y quieres ahogarlos a besos. Miguel, el anfitrión, fue un encanto: nos dejaron salir a la hora que quisiésemos el domingo y nos dieron mogollón de recursos para aprovechar nuestros días allí.

Día 1- Senda de Pescadores

Íbamos con la de idea de hacer rutas y fundir mis nuevas botas de montaña. No tuvimos mucha suerte con el tiempo, la verdad. El sábado nos llovió durante todo el día, por lo que la ruta se complicó un poquillo y no pude sacar muchas fotos. A pesar de la lluvia, decidimos salir igualmente y hacer una ruta sencillita: la Senda de los pescadores. Os dejo el enlace a Wikiloc, y así podéis consultar la ruta. A pesar de ser muy tecnológicos y llevar todo en el móvil, decidimos guiarnos por las señales y...bueno, acabamos perdiéndonos. Subimos, bajamos, volvimos a subir, volvimos a bajar y nada, que acabamos andando una hora por la carretera para llegar al coche. Anduvimos 15km con lluvia initerrumpida durante muchas horas y llegó un punto en el que estábamos cansadísimos, muertos de frío y un poquito empapados también. 

No obstante, he de admitir que para este viaje decidí aprovechar las rebajas e invertir en un buen abrigo para el frío y la montaña. Me compré este modelo de Columbia que incluye el impermeable y el polar. Lo cierto es que no pasé ningún frío salvo cuando ya, al final del recorrido, tenía las mangas del polar empapadas y empezó a calar. Pero vaya, encantada estoy con mi abrigo rosita y anti-frío. 

Día 2 - Nieve, Charco Verde y Guisando

El domingo, que ya volvíamos a Madrid, hizo mucho mejor día. Además, como podíamos dejar la casa cuando quisiéramos, nos tomamos la mañana de exploración y volvimos a casa a comer. Cogimos el coche y como queríamos ver nieve, subimos hasta Nogal del Barranco. Antes de llegar hasta ahí, paramos en un campamento de tipis donde había un montón de senderos preciosos, arroyos nevados y unas vistas de infarto. Cuando llegamos a Nogal del Barranco (muy despacito y con mucho cuidado)  se empezaba a adivinar una tormenta fina filipina. Así que nada, simplemente anduvimos un rato y descendimos la carretera hasta "El Charco Verde". Allí hicimos un poco la rana y saltamos de piedra en piedra y después nos tomamos un cafecito. De ahí, continuamos nuestro descenso hasta Guisando, un pueblo de montaña que a mi me robó el corazón. Las vistas, las casas blancas, el olor a plato de cuchara...No me importaría pasar allí unos días, la verdad. 

Tras nuestra excursión mañanera, que bien podría dar para unas cuantas rutas a pie, volvimos a casa, comimos, nos echamos una siesta y volvimos a la jungla de cemento donde vivimos, trabajamos y pasamos la mayor parte de nuestro tiempo. 

Como siempre digo, este tipo de escapadas me resultan deliciosas. Disfruto tanto cada ratito allí: desde la emoción de que den las 3 del viernes para comer de tupper en la carretera, hasta el calorcito del edredón o incluso la agridulce sensación al volver. Al ser tan cortas, no se muy bien por qué, las disfruto intensamente; son una pequeña recompensa a una semana de oficina y rutina. Me encantan. 

A veces, soñamos con viajes exóticos y lugares lejanos y se nos olvidan las joyitas y maravillas que tenemos a apenas una o dos horas de casa. Sin duda, os recomiendo encarecidamente una visita a tierras abulenses, y más concretamente, a la Sierra de Gredos. Sin ningún género de duda, I'll be back

Como siempre, muchísimas gracias por leerme. Si tenéis algún chivatazo de escapada, no dudéis en compartirlo en comentarios conmigo. 

Dónde desayunar y comer en Ibiza (fuera de temporada)

¡Aloha aleolis! Como os decía en el post de 4 días en Ibiza, prefería hacer un post aparte para compartir con vosotros los diferentes restaurantes que fuimos probando en Ibiza y que recomiendo si vais por allí. Fuera de temporada muchos de los restaurantes típicos o a pie de playa están cerrados; nosotros llamamos a bastantes restaurantes que tenía en mi estupenda guía foodie de Ibiza y la mitad cerrados a cal y canto. Así que nada, toco un poquito de improvisación. 

Pero como soy un alma generosa, quiero compartir mis sitios donde desayunar y comer en Ibiza fuera de temporada, ósea, en invierno. 

Es Pins

Desayuno con diamantes no. Yo digo, desayuno con TOMATE. Un bar de lo más normal, nada fancy, nada Instagram pero con uno de los mejores panes con tomate que he tomado en mi vida. Un pan de ese que cruje, un aceite que sabe y un tomate rallada con amor y esmero. De verdad, si os gusta el pan con tomate, si os parece el mejor desayuno del mundo, tenéis que ir a Es Pins. 

Bar Costa

Visita obligada. No digo más. Sobre todo si os gustan los bocadillos de jamón. Porque si os gustan apreciaréis el calorcito del pan y el jamón que es que se dessssshace. Una delicia que puedes comerte en sus mesitas bajas al solecito y con mucha mucha calma. Vaya, la definición de slow life hecha bar. 

La Paloma

¿Habéis comido alguna vez dentro de un cuento? ¿No? Yo tampoco, hasta que fui a La Paloma. Se trata de un restaurante/café idílico. No sé vosotros, pero no tengo por costumbre comer entre naranjos ni que me acerquen la carta en una pizarra a la mesa. La comida está espectacular y el precio no tiene nada de exagerado. Entre sus platos encontraréis ensaladas, cremas, pizzas o entrantes tan fabulosos como su hummus con foccacia. Además, luego podréis bajar la comida dando un paseo por su espectacular jardín. Un auténtico placer. 

Sa Caleta

Comer con los pies en la arena, vistas al mar y un arroz de escándalo es posible. Sa Caleta es un restaurante tremendamente íntimo, alejado de todo el jolgorio y bullicio de la ciudad o de otros restaurantes populares. No sé si será la localización que me tenía enamorada y hacía que todo me supiese a gloria y me pareciese mágico, pero Sa Caleta se convirtió en uno de mis restaurantes preferidos allí. Os recomiendo reservar incluso fuera de temporada. 

Cana Sofía

Si buscáis raciones generosas, comer bullit de peix y otro lugar para (casi) comer con los pies en la arena, Cana Sofía puede ser una excelente opción. Si pilláis el bullit de peix en el menú ese día, os saldrá la comida a un precio excelente y os aseguro que necesitaréis tiempo para digerir los dos platos que componen este clásico ibicenco. Además, el camino hacia el restaurante es francamente bonito y, si vais fuera de temporada, podréis disfrutar de una playa preciosa únicamente para vosotros. 

Las Puertas del Cielo

"Las Puertas del Cielo" o cómo empacharse a buenas vistas y exquisito arroz. Se trata de un restaurante pequeñito, muy familiar en una zona preciosa y súper salvaje conocida como Sa Penya Esbarrada. De verdad, las vistas a los islotes de Ses Margalides, acompañadas con un arroz calentito y un precio más que económico convierte, en mi opinión, a este restaurante en una opción estupenda para comer. También conviene reservar. Por cierto, os recomendaría hacer una ruta por la zona y reponer fuerzas o celebrar la ruta comiendo allí, una gozada. 

Can Cosmi

Aunque nos quedamos con las ganas de probarlo, Can Cosmi es famoso por ofrecer la mejor tortilla de patatas de la isla. Está muy cerca de Las Puertas del Cielo, como decía, en una zona preciosa. Una mañana de paseo por las fincas y pueblos junto con un pincho de tortilla de este bar me parecen un plan estupendo para aprovechar la mañana. 

Macao Café

Macao fue otro de los restaurantes que nos faltó por probar...y mira que me dio rabia porque aparecía en todas mis investigaciones. Se trata de un italiano en el que por lo visto se come tan bien como en Italia. Bueno, igual ahí he exagerado. En Ibiza se come mucha cocina italiana y muy rica, así que no seáis como yo (bastante anti comer italiano cuando me voy de vacaciones) y si podéis reservad allí una mesita y comed un calzone por mi.

Tirapallá

Y, por último, Tirapallá. Taaaaampoco nos dio tiempo a probarlo pero fue una recomendación de varias de las lectoras de este nuestro blog. Si os apetece tomar una copita (o un agua), en Tirapallá tenéis las vistas perfectas a Dalt Vila. Vaya, parada obligatoria para mi próxima visita a Ibiza. 

Y hasta aquí mi lista de recomendaciones de sitios donde desayunar y comer en Ibiza fuera de temporada. Mi recomendación es reservar siempre. Vaya, en la mayoría de los que visitamos había bastante gente y no estuvo de más llamar para que nos guardasen unas mesa. 

Sería genial saber vuestras recomendaciones para completar este post y hacerlo lo más exhaustivo posible. Ya me contáis. Si queréis saber qué hacer cuatro días en Ibiza en invierno y cómo planificaros, os animo a visitar esta otra entrada que escribí contando todo todo TODO. 

¡Un besote fuerte! ¡Nos leemos pronto!

4 días en Ibiza (fuera de temporada)

¡Hello aleolis! Tengo unas GANAS (en mayúscula, sí) de escribir este post. Y es que, le estoy cogiendo el gustillo a esto de escaparme de Madrid y contároslo luego por aquí, como la escapada a Extremadura, por ejemplo. Sin duda es como más me gusta planificar los viajes: explorando blogs, leyendo impresiones y emociones de quienes los escriben y buscando pequeñas alternativas a lo típico que "tienes que ver si vas a". 

Os recomiendo que cojáis libreta y boli (o cualquier medio más 2.0) y vayáis apuntando todo lo que no os debéis perder si vais a Ibiza a pasar unos días, especialmente si vais fuera de temporada. Pero bueno, ahora nos metemos en materia. Con el fin de no hacer este post eterno, os cuento dónde comer en Ibiza en invierno (hay muchísimos restaurantes típicos cerrados) y me extiendo un poquito más con cada uno en este otro post. Por aquí os voy a contar día a día lo que hicimos, lo que vimos y cómo nos organizamos nosotros. 

Día 1 - Dalt Vila, Sa Caleta y atardecer en Sunset Ashram

El primer día allí nos levantamos con muchísima calma: de esas mañanas de ducha lenta y desayuno tardío. Nos cargamos las pilas con un buen pan con tomate en Es Pins y pusimos rumbo a Dalt Vila, el casco antiguo de Ibiza. Aparcar en plena ciudad nos fue absolutamente imposible por lo que dejamos el coche en la parte más alta, por la zona de la muralla. La verdad es que nos dejamos llevar por las vistas desde la muralla y después paseamos sin demasiado rumbo por el interior: calles blancas con toques verde y encanto en cada esquina. Así no cuesta nada dar pasos. 

Después de deambular calle arriba, calle abajo nos entró el hambre y decidimos ir a comer. Nos equivocamos de dirección y el restaurante al que queríamos ir estaba a tomar por saco a la derecha, así que recalculamos y fuimos a comer a Sa Caleta. Sin duda, ha sido uno de los restaurantes que mas me gustó y más disfruté. Saciamos el mono de arroz y alioli a lo grande: con los pies en la arena y vistas al mar. Después de comer, bajamos a la cala y nos volvimos a perder entre las paredes rojizas de la cala. Ya era bastante tarde y pronto iba a atardecer, así que decidimos ir a ver la puesta de sol a Sunset Ashram, un local mítico pero que encontramos cerrado por temporada. Y, ¿qué más da? Nos sentamos en una roca y dijimos adiós al sol. De todos los atardeceres que vimos, este fue, sin duda, el lugar donde más lo disfruté. Ya de noche, yo no estaba muy fina y, además, teníamos ganas de descansar un rato, así que cerramos el día con un plan de manta y peli (bueno, serie) en el hotel, y tan a gusto. 

Día 2 - Ruta Faro Portinatx, la Paloma y atardecer en La Torre. 

No podéis ir a Ibiza y no hacer, al menos, una ruta de senderismo. Únicamente por las vistas con las que os encontraréis (y que es imposible ver en coche), ya merece la pena. Yo no soy ninguna experta del tema, pero cada vez me gusta más la montaña y cómo me hace sentir, así que, no lo dudamos. Aprendí de mis errores en el País Vasco y esta vez fui preparada: mallas, deportivas y camiseta bien ancha. Antes cómoda que mona. Como os digo, no sé mucho de senderismo, ni de montaña ni na de na, es más, me siento bastante insegura bajando, subiendo y lidiando con las plantas PERO la sensación de reto y superación es tan gratificante que me tiene enganchada por completo. 

Nosotros decidimos hacer la ruta del Faro de Portinatx porque leí que no era complicada y vaya, que me había emperrado con llegar hasta esa monada de faro. Os dejo el enlace a Wikiloc con la ruta porque la explica mucho mejor que yo (¡bendito wikiloc!). Nosotros nos equivocamos, y en lugar de entrar por la izquierda lo hicimos por la derecha y nos metimos bosque adentro y nos fuimos colando de coto de caza en coto de caza. Hubiera sido mucho más fácil hacer la ruta como toca, pero oye, la hicimos un poco a contracorriente, qué le vamos a hacer. 

No le tengáis miedo, hay algún tramo más complicado pero, en general, es una ruta más o menos sencillita y que, de verdad, toda una joyita para la vista: tiene tramos por los acantilados, por el torrente del río, el faro y calitas preciosas y totalmente desiertas. No sé como será en verano, pero nosotros tuvimos la ruta para nosotros solos y nos hizo la temperatura PERFECTA. En ningún momento me quité la sudadera, pero tampoco pasé ningún calor. 

Después de una ruta, no hay cosa que apetezca más que una comida contundente y que reponga pero bien bien. Llamamos a varios restaurantes (os recomiendo llamar siempre para ver si están abiertos fuera de temporada) y nada, todo cerrado. Así que, finalmente, decidimos ir a La Paloma, un restaurante de ensueño en el que se come entre naranjos y gatos el mejor pan de foccacia que he probado en mi vida. Si quieres leer más, te dejo el post por aquí. 

Después dimos un paseo por la finca del restaurante y fuimos corriendo a ver el atardecer a la terraza del hotel, que, de verdad, es idílica. Decidimos descansar un ratito, echar una buena siesta y después bajamos a cenar al centro de Ibiza. Acabamos en un restaurante que se llama Sa Vida, y está fenomenal para tomar unas tapas y unas raciones. El coche no lo pudimos aparcar en la calle (no me quiero ni imaginar como debe ser en verano), pero hay un parking GIGANTESCO muy céntrico en el que podéis dejar el coche. 

 Día 3 - Sant Carles, Santa Gertrudis, Cala Vedella y Cana Sofia

El tercer día decidimos perdernos (aún más) por la Ibiza rural y, madre mía, qué deleite. Os encontraréis con campos de margaritas, almendros y huertos cercados por muros de roca bajitos que permiten que los curiosos que nos paseamos por allí veamos todo lo que sucede y nos empapemos de la calma y la tranquilidad que se respira. A través de carreteras estrechitas fuimos pasando por diferentes pueblos, a cada cual más blanco y con más encanto. Decidimos para en Sant Carles, que tiene una iglesia monísima y en Santa Gertrudis. Allí, en unos taburetes bajos del Bar Costa, al solecito, nos comimos el mejor bocata de jamón que he tomado nunca. Os prometo que el crujiente calentito de ese pan es un auténtico placer. 

No podéis dejar de dar un paseo por Las Salinas, es de las playas más famosas de la isla. Se trata de una playa bastante grande, la enmarcan un montón de pinos, lo cual da una sensación de intimidad y calidez muy agradable. No obstante, debe ser uno de esos enclaves en los que hay tanta gente que pierde gran parte de su encanto.

No queríamos irnos de Ibiza sin probar el bullit de peix, pero en esta época muchos de los sitios donde lo preparan y tienen fama están cerrados. Así que, buscamos un poco por Internet y condujimos hasta Cala Vedella al restaurante Cana Sofía. La cala es una auténtica preciosidad y el restaurante está en frente de la playa, así...imaginad. Comimos solos en el restaurante con vistas a la cala totalmente vacía. Del restaurante salimos rodando: pensábamos que el bullit era únicamente el guisuito de pescado, no teníamos ni idea que después venía un arroz y un postre. En fin, tremendo. Ese día, estábamos que no nos podíamos mover y lo único que nos apetecía después de ver el atardecer era una buena siesta. La puesta de sol la vimos dando un paseo por el paseo marítimo de Sant Antoni. Me resultó muy impactante la cantidad de hoteles cerrados con las piscinas aún llenas de agua (verde y sucia, claro) y el ambiente de abandono y desolación que había. 

Día 4 - S'Illa, Benirrás, Santa Agnes, Puertas del Cielo y vuelta a casa

Teníamos el vuelo de vuelta a las once y menos diez de la noche, así que os podréis imaginar la cantidad de tiempo que teníamos para aprovechar. Nos debatimos entre hacer o no otra ruta, pero entre que no teníamos después un sitio donde ducharnos y la ropa de la ruta un poco sucia, decidimos dejarlo para otra visita (que la habrá). Volvimos al Bar Costa a desayunar un bocata de Ibérico y nos fuimos a explorar calitas. La primera que visitamos fue S'Illa. Aventureros de nosotros, en lugar de ir a la zona más conocida, cogimos un camino tremendamente abrupto, estrecho y duro para los que tenemos algo de vértigo. No obstante, creo que mereció mucho la pena ir allí en lugar de visitar lo más turístico. Simplemente se trata de un cachito de tierra, rocas y un islote enorme privado para ponerte los dientes largos. 

Después, condujimos hasta Benirrás, una playa preciosa. De nuevo, enterita para nosotros. Me quedé con muchas ganas de ver un atardecer allí, así que si podéis preparad unas mantas, algo de comer o beber y a disfrutar de las vistas. Teníamos también pendiente Santa Agnes, un pueblecito enano caracterizado por su iglesia y por tener, en Can Cosmi, la mejor tortilla de patatas de la isla. Pero sin duda, lo más bonito es el paisaje. Es que, de verdad, me parece imposible estar enfadado, estresado o angustiado allí por esos caminos. Cogimos el coche en dirección a alguna cala y no recuerdo muy bien cómo, pero acabamos en Ses Portes del Cel (las Puertas del Cielo). Se trata de un mirador ESPECTACULAR de los islotes Ses Margalides en la costa oeste de la isla. Entre un montón de vegetación se encuentra esta maravilla que a nosotros nos enamoró; además, decidimos comer en el pequeño restaurante que encontráis allí y he de decir que nunca había tomado un arroz con esas vistas (y alioli, por supuesto). Sencillamente, nuestra última comida allí no pudo ser más maravillosa.

Después, paseamos durante un rato y fuimos a una de las calas que hay por el oeste a disfrutar de nuestro último atardecer en Ibiza y rascar las últimas horas que nos quedaban por allí. Una vez oscureció no sabíamos muy bien qué más hacer, así que nos fuimos a tomar un algo a la "heladeria Guay" de Sant Antoni en la que no tenían helados pero eran sumamente simpáticos. Por último, nos dimos una vuelta por la zona de discotecas y de turismo de desfase sin bajar del coche porque os prometo que daba miedo aquel desierto. Todo, absolutamente TODO, cerrado. Parecía una película de miedo, de verdad. Realmente espectacular. Decidimos ir yendo al aeropuerto y esperar a que saliera nuestro vuelo de vuelta a Madrid. Como no, siguiendo la tónica de sitios cerrados, la mayoría de los restaurantes para comer en el aeropuerto estaban cerrados y lo único que pudimos pedir fueron un par de bocatas caros y malos. Así que, si podéis, id con la comida o el bocata comprado de antes.

¿Por qué decidimos ir a Ibiza en diciembre?

Lo cierto es que cuando uno piensa en Ibiza, lo último que se le pasa por la cabeza es visitarla en diciembre. Tenemos la isla mucho más asociada al verano, la fiesta y el calorcito. Vaya, algo así como que "no nos pega" ir a Ibiza en diciembre. Pues bien, nunca he estado en la isla en los meses de verano, pero por lo que he podido ver, creo que los meses más fríos del año son una época perfecta para exprimir la isla al máximo y disfrutar de, como me dijo una de vosotras: la auténtica, la Ibiza que no cierra. 

Si os soy sincera, nosotros decidimos ir a Ibiza porque queríamos irnos el puente de diciembre pero cuando nos pusimos a buscar vuelos ya estaba todo carísimo menos Ibiza. El billete era con diferencia el más barato y ninguno de los dos habíamos estado nunca. Además, por norma general, preferimos hacer turismo sin marabuntas de gente alrededor. Así pues, Ibiza nos pareció buena idea: barato, cerca de casa, vacío y bonito. 

Y puedo decir que no nos equivocamos. Tuvimos la sensación de que la isla era para nosotros, de verdad, un auténtico lujo. Un paraíso particular. Hemos disfrutado de la naturaleza, de la Ibiza rural y las playas las hemos tenido para nosotros solos en la mayoría de casos. Y de decir que, aunque no íbamos preparados, hubo algunos días en los que el agua estaba calentita y bien se podía dar uno un baño. 

Así que si dudas si ir o no a Ibiza en diciembre, se acabó: ve. 

Dónde dormir: Hostal La Torre

Nosotros reservamos en el Hostal La Torre, que por la época nos salía muy bien de precio y la localización es inmejorable. Se trata de un hostal pero vaya, con categoría de hotel. El establecimiento está en Sant Antoni, la zona oeste de la isla y os aseguro que las vistas del atardecer son una auténtica joya. Es un hostal muy cuqui, todo muy instagrameable, lleno de plantas y, como os digo, unas vistas espectaculares. Tiene una terraza cubierta y otra sin cubrir con vistas al mar, por lo que es ideal para tomarse un algo mientras decimos adiós al sol. No es un sitio barato y me parece más recomendable para tomar algo que para cenar o desayunar. En el hostal son un auténtico encanto y aunque la habitación no es enorme, estaba limpia y todo funcionaba perfectamente. 

Planificación

  • Los días antes de irnos curiosée por Internet un montón. Sabíamos que queríamos hacer alguna ruta de senderismo, que queríamos comer un buen arroz y que no queríamos ver únicamente lo típico. Así que bucée por Internet y me armé mi guía de sitios que visitar y donde comer. Yo me organicé con un tablero de Trello y luego pasé todo a Mapstr, la aplicación que utilizo para guardar visualmente todos los restaurantes o cosas interesantes a las que he ido o quiero ir. Mi usuario donde podéis encontrar todo lo que voy guardando es: alecub29.

  • Me gusta hacer un poquito de investigación antes de viajar para no caer en trampas turísticas pero no me obsesiona para nada planificar el día a día al milímetro. Prefiero ver qué nos apetece ese día y, en función de eso, ajustar lo que he investigado. En mi caso, cuando planificaba todo al dedillo sentía una especie de presión por cumplir y al final acababa igual de agobiada que en Madrid. Pero bueno, eso ya depende de cada uno.

  • Una cosa en la que no caímos y que si vais por allí en invierno hay que tener en mente es que a las cinco y media se pone el sol, por lo que oscurece bastante pronto y es conveniente tener esto en cuenta a la hora de planear el día.

  • A nosotros nos hizo muy buen tiempo, a excepción del último día que hizo un viento fino fino. No obstante, mi recomendación es vestir a capas. Durante el día, andando al sol se está bien en camiseta o jersey fino. Por la mañana y por la noche hace fresquete y un abriguito o un pañuelo calentito no viene nada mal.

  • Es casi obligatorio alquilar un coche porque si no es bastante complicado (y lento) explorar la isla. Por lo visto, en invierno el servicio de autobuses se reduce y moverse se complica un poquillo. Además con el coche, tenéis total libertad para explorar y explorar.

En cuanto a dónde ir a comer sin dejarte medio riñón, que esté rico y que encima esté abierto en invierno, pásate por este post de aquí que te lo cuento con más calma. 

En fin, al final me he enrollado de lo lindo, pero me apetecía compartir una mini guía práctica para visitar Ibiza en invierno que os ayude a organizar vuestro viaje (vayáis cuando vayáis) pero que, sobre todo, os anime a visitar la isla en esta época del año. Contar que hay una Ibiza más allá de la fiesta y la noche. A mi sin duda, como cada escapada, cada huída de mi rutina, me ha sentado de maravilla y ha sido ese golpe de aire fresco que necesitaba para recuperar ganas, relativizar los "problemas" y cargarme de ilusión. Como cada viaje, me recuerda lo pequeños que somos y lo mucho que nos queda por descubrir; me obliga a parar del corre corre de Madrid y me demuestra lo bonito que es respirar, disfrutar y, en definitiva, vivir. 

¿Habéis estado en Ibiza? ¿Qué recomendaciones tenéis? Espero que os haya gustado el post y muchas gracias por leerme :) 

Un besote enorme

Romper con la rutina en Extremadura

¡Hello! ¿Qué tal? La verdad es que me hubiera gustado haber escrito este post al día o dos de volver de Extremadura, pero nada, que me ha sido imposible. También es verdad que yo soy muy especialita a la hora de redactar y necesito unas condiciones muy particulares, jaajaja. Pero bueno, afortunadamente escribí cada recuerdo y cada historia en un sobre de papel y todavía ando bastante bien de memoria por lo que puedo contaros cómo fue todo con bastante precisión. 

El caso es que hace un par de fin de semanas canjeamos una de estas caja que nos autoregalamos las Navidades pasadas: los dos estábamos agobiados con tanto Madrid, tanta rutina y tanto corre corre. Buscamos dentro del catálogo de alojamientos un sitio relativamente cerca pero que, a ser posible, se alejase de nuestra realidad diaria: poca gente, poco ruido y algo más de calma. Vaya si lo encontramos. Decidimos pasar el fin de semana en Navalvillar de Pela, un pueblo de la provincia de Badajoz, al lado del embalse de Orellana. Las fotos que veis a continuación pertenecen a la casa de Paquina y su marido, en la zona más tranquila de pueblo. Oficialmente su casa se llama Casa Rural la Lozona, una posada con encanto especial: allí no encontrarás una mota de polvo y te garantizo que tomarás un desayuno que ni el mejor de los buffets. Cada mañana, Paquina sirve un desayuno diferente: cambian los embutidos, los quesos o la mermelada casera con la que es mucho más fácil empezar el día con buen pie. Sin duda, un lugar donde alojarse súper recomendable y diferente a lo que estoy acostumbrada. 

Pero bueno, vayamos en orden. Después de un viernes de nueve a tres en la oficina, el atasco típico del fin de semana en Madrid y unos cuantos kilómetros de carretera, llegamos a Navalvillar de Pela, a casa de Paquina. Debían ser las siete y media u ocho, ya no había luz y no parecía haber timbre alguno, por lo que decidí, en lugar de comprobar si la puerta estaba abierta, aporrear la aldaba (la típica manita de hierro que hay en las puertas antiguas) con la consecuente llegada de Paquina entre risas y exclamando que no había necesidad de utilizar aquello, que podíamos entrar con total tranquilidad. En fin, cosas de pueblerina de ciudad. El caso es que entramos a casa de Paquina y no sé cómo describir el olor a hogar que se respiraba allí dentro: olor a cocina, a aire puro, olor a cosas de toda la vida. Paquina nos enseñó nuestra habitación, nos pusimos cómodos y bajamos a la zona más comercial (una calle) del pueblo. Comenzó a diluviar como no lo había hecho en los últimos cinco meses en Extremadura y, entre refugio y refugio fuimos estudiando cada uno de los locales junto con la inestimable ayuda de las reseñas de Google. Todos los bares estaban desiertos y, para seros sinceros, no invitaban a entrar en absoluto. Decidimos mojarnos, volver a subir toda la cuesta que llevaba hasta la posada, coger el coche e ir al único restaurante que tenía buena puntuación en Google: el Asador Alalba. Allí nos recibieron con los brazos abiertos, fuimos los únicos clientes de la noche y, sin duda, nos robaron el corazón con amabilidad y una sopa de cocido que ni el mejor de las estrellas michelín. Cenamos como reyes, a un precio más que decente y conocimos la historia de una familia madrileña que había decidido dejar la capital, probar suerte con el negocio del Asador y con una capacidad de esfuerzo y sacrificio tremendamente inspiradora. 

El sábado nos levantamos con tranquilidad y mucha calma. El desayuno de Paquina auguraba sin duda un día perfecto: tostadas crujientes, mermelada de melocotón casera, galletas también caseras y un queso espectacular, nos proporcionaron la energía necesaria para ponernos a patear y explorar. Decidimos visitar la zona del embalse de Orellana, no sin antes perdernos (sin ninguna intención) por unos cuantos pueblos –cabe destacar Orellana la Vieja -  y alguna que otra carretera desértica. Supongo que por la época del año en la que fuimos, prácticamente todo era para nosotros: visitamos el embalse como si no hubiese nadie más en el planeta y tuviésemos todo el tiempo del mundo para gastar allí. Y, ¡qué bien sienta! Parar, darse cuenta de que no necesitamos mucho para sentirnos bien, que en la vida no todo es cumplir con objetivos y horarios y que somos muy muy pequeños. 

Cogimos el coche y empezamos a conducir en otra de esas muchas carreteras desérticas en las que se cruzan bandadas de pájaros, casas abandonadas y horizontes infinitos en cada uno de los lados que separa el asfalto. Por recomendación vuestra, fuimos a Medellín. Cruzamos el puente, visitamos la zona antigua y subimos a lo alto del castillo para regalarnos unas vistas de las que nunca una fotografía hará justicia. Fuimos a comer al restaurante Quinto Cecilio, que más que por la comida (que también), bien merecía una visita por sus vistas. Además, el lugar, la decoración y los camareros me transportaron a cuando era pequeña y las mesas se ponían con varios manteles, las sillas estaban tapizadas y a ese "je ne sais quoi" de restaurante español que cada vez está más extinto en la capital. 

Después de Medellín, fuimos (también por recomendación vuestra) a Magacela. Impresionantes las vistas subiendo a la zona del castillo. Por suerte, vimos atardecer desde arriba (aunque no tan arriba porque me he dado cuenta del vértigo que tengo y lo mucho que me cuesta subir montañitas). No era tarde, pero ya no había luz, por lo que no pudimos ver bien bien todo lo que nos hubiera gustado. Visitamos el dolmen de Magacela y conocimos a lugareños que nos hablaron con pasión de los bares y planes que deparaban los diferentes pueblos y rincones de la zona. Si os soy sincera, son estas interacciones, estos encuentros fortuitos con personas que no conozco, los que me inspiran, me llenan de energía y me hacen sonreír en lo más profundo.

De vuelta a Madrid, paramos en Trujillo (de nuevo, recomendación vuestra). Qué pueblo TAN bonito. Nos perdimos por sus calles con olor a queso y perrunillas y, por suerte, el cielo nos regaló un día de esos que, en palabras de Instagram, se describiría como un día #nofilter. Nosotros comimos en uno de los restaurantes de la plaza principal (con reserva), pero, salvo las migas, no destacaría que fuese especialmente bueno y como es de esperar por su localización, el precio era algo elevado. Así que después de un buen paseo y una buena compra de quesos (imprescindible si os gusta el queso y vais por allí), pusimos rumbo a Madrid.

Sin duda, estas escapadas son imprescindibles: sirven para darnos cuenta de lo afortunados que somos de estar vivos, de tener la oportunidad de conocer a gente, aprender de sus historias y disfrutar de todo lo que nos ofrece la vida. Nos sirven para comprobar que muchas de nuestras preocupaciones y agobios diarios no son, realmente tan importantes y que, en muchos casos, tenemos la absoluta capacidad de cambiarlos. En definitiva, nos recuerda que aún nos queda mucho que explorar, que el tiempo existe más allá de nuestros horarios frenéticos y, que hay infinitas maneras de ver y vivir la vida. 

Y hasta aquí el post de hoy y el resumen de nuestra escapada. Como siempre, quiero agradecer millones cada una de las recomendaciones que nos distéis: nos construimos el viaje sin consultar a Google y nos dejamos llevar por vuestros chivatazos. Así que, gracias. Espero que os haya gustado el post y que me contéis cuál fue vuestra última escapada en los comentarios. Un besote gigante. Nos leemos pronto.