Escapada a Montoro y Córdoba

¡Aloha! No hacía mucho de nuestra última escapada, pero…en realidad sí. Yo no sé si es que me estoy haciendo mayor y cada vez me llama más el campo y la tranquilidad o qué, pero el caso es que me muero por salir de Madrid y me agobio con mucha más facilidad que antes. Así que estos respiros me dan la vida que no sabéis😌. El caso es que por Navidad (ofú, qué lejos queda aquello), le regalé a Carlos un fin de semana en una almazara (antiguo molino de aceite) en la que, supuestamente, se veían genial las estrellas. Y digo supuestamente porque tuvimos la mala pata de pillar días nublados. Pero bueno, volvimos absolutamente enamorados de la zona y nos quedamos con muchas ganas de volver.

Os voy a compartir un poquito lo que hicimos y lo que os recomendamos hacer (aunque lo podría resumir como tomarse las cosas con calma y respirar) si vais por allí. Pero sobre todo, dónde dormir.

Campos de olivos y Sierra de Cardeña

Sin duda, en este viaje, además de las fotos y los recuerdos, me llevo el mejor olor del mundo: a aceitunas y aceite. Qué barbaridad. Bajar del coche después de unas cuantas horas dentro y que nos recibiese ese olor tan potente fue todo un regalo.

Así que, sin duda, una de las cosas que hay que hacer sí o sí allí es disfrutar del olor de los campos de olivo. Y bueno, claro, tenéis que daros una vuelta por alguno de los campos y perderos por ellos. Son laberínticos así que…coged una buena referencia de vuelta😉

El Parque Natural de Cardeñas está en esta zona, por lo que no puede faltar una ruta. Las hay más cortitas, de día entero, a caballo o en coche. Nosotros hicimos el camino de Vueltacarreta. Un paseo agradable y nada complicado.

Alojamiento Rural Molino La Nava

El entorno, como veréis, es una delicia. Pero sin duda, si algo hizo esta escapada aún más perfecta fue el lugar donde dormimos: El Molino La Nava. Lo reservé por Booking* y me pareció precioso, además las reseñas eran todas buenísimas y me encajaba perfectamente con el fin del regalo.

No obstante, superó con creces nuestras expectativas. Pero con muchas creces. El hotel está preparado para que si no quieres no salgas de allí. La decoración de las estancias, los naranjos, los bidones de aceite de su restaurante, la intimidad de la habitación, el patio y su olivar te hacen pensarte muy mucho si merece la pena salir del molino.

También quiero destacar el trato impecable del personal y mandarle un achuchón fuerte a Drako, el peluchín blanco que se pasea por allí. En todo momento estuvieron pendientes de nosotros, nos sirvieron el desayuno más gustoso que he probado en un hotel y, además, el día que nos fuimos nos regalaron un libro.

Si buscáis un alojamiento en medio de la nada (bueno, no tanto), tranquilo y del que no salir, os lo recomendamos sin duda. Nosotros ya hemos liado a nuestros padres para que lo visiten un día.

Parte del salón de la casa. Telescopio para ver las estrellas, libros, juegos…

El desayuno no tiene desperdicio. Os lo prometo.

y las vistas tampoco

Montoro

Si decidís salir del hotel, que no lo garantizo para nada tenéis que visitar Montoro. Queda a apenas 15 minutos de el Molino la Nava y es un buen sitio para ir a comer y perderse por ahí sin mayor propósito que el dejarse llevar.

La llegada al pueblo es preciosa: el puente que cruza el río ofrece una vista inmejorable de Montoro. El pueblo está construido en una zona elevada, como si fuese un mirador al río. El cual por cierto, en este paso hace una forma especial que está incluso considerado Monumento Natural.

Allí comimos el salmorejo más espeso de mi vida, unas patatas alioli de las de toda la vida y mi primer flamenquín. Muy ligero todo, claro que sí. Por la noche volvimos y nos tomamos una cervecita mientras veíamos a los niños jugar en la plaza. ¿Team abuelos? Un poquito sí.

Córdoba

El domingo, antes de volver a Madrid, decidimos pasar por Córdoba. Yo nunca había estado y a Carlos es una ciudad que le tiene cariño. Se encuentra a una media hora de Montoro por lo que tampoco se desvía demasiado de la vuelta luego a Madrid.

Nos dejamos muchísimas cosas sin ver y MADRE MÍA, qué ciudad tan bonita. Me pareció espectacular. Intentaré volver este año si tengo la oportunidad. No pudimos entrar a la mezquita pero bueno, compensó que al estar medio lluvioso había poquita gente y se podía pasear tranquilito y sin calor (lo cual para mí es un regalo divino).

Tip🚗: aparcamos en el Barrio de Tejares, en la calle Benito Pérez Galdós, por si os preocupa donde dejar el coche.

Bodegas De Campos

No comimos mal en ningún sitio durante este viaje. Creo que un salmorejo, un flamenquín y unas croquetas de cocido nunca fallan. Así que, otro punto positivo para la zona.

Pero bueno, volvamos a Córdoba. Tampoco nos rompimos mucho la cabeza y tiramos con una recomendación de Carlos, que ya había estado y le había gustado: Bodegas de Campos.

Se trata de un restaurante archiconocido en Córdoba, así que reservad por si acaso. Tiene zona de taberna y de restaurante. Nosotros comimos en el restaurante y divinamente. Un salmorejo, un rabo de toro y unas croquetas de cocido que me está haciendo bastante cuesta arriba el tupper que me voy a comer ahora.

Si por lo que sea no coméis allí, os podéis dar una vuelta por su patio. Me encanta el silencio y la tranquilidad de los patios. La verdad quedan muchas ganas de sacar el libro y echar ahí la tarde leyendo. Pero no fue el caso, que había que volver a Madrid.

 

Y hasta aquí nuestra escapada. La verdad es que ha sido una muy especial. Íbamos con las expectativas bajitas y a los dos nos sorprendió (para bien) todo: el olor, el paisaje, la comida…Vamos, que a partir de ahora voy a hacerle mucho más caso a Carrá y vendré más al sur.

¡Muchas gracias por leerme! Y si tenéis un ratito, contadme cuál ha sido vuestra última escapada. Un beso fuerte😍

*Disclaimer: los links que aparecen con asterisco son enlaces afiliados. Esto quiere decir que si reservas a través de ese link, yo me llevo una pequeña comisión. Así que, ¡gracias!🤗