4 días en Ibiza (fuera de temporada)

¡Hello aleolis! Tengo unas GANAS (en mayúscula, sí) de escribir este post. Y es que, le estoy cogiendo el gustillo a esto de escaparme de Madrid y contároslo luego por aquí, como la escapada a Extremadura, por ejemplo. Sin duda es como más me gusta planificar los viajes: explorando blogs, leyendo impresiones y emociones de quienes los escriben y buscando pequeñas alternativas a lo típico que "tienes que ver si vas a". 

Os recomiendo que cojáis libreta y boli (o cualquier medio más 2.0) y vayáis apuntando todo lo que no os debéis perder si vais a Ibiza a pasar unos días, especialmente si vais fuera de temporada. Pero bueno, ahora nos metemos en materia. Con el fin de no hacer este post eterno, os cuento dónde comer en Ibiza en invierno (hay muchísimos restaurantes típicos cerrados) y me extiendo un poquito más con cada uno en este otro post. Por aquí os voy a contar día a día lo que hicimos, lo que vimos y cómo nos organizamos nosotros. 

Día 1 - Dalt Vila, Sa Caleta y atardecer en Sunset Ashram

El primer día allí nos levantamos con muchísima calma: de esas mañanas de ducha lenta y desayuno tardío. Nos cargamos las pilas con un buen pan con tomate en Es Pins y pusimos rumbo a Dalt Vila, el casco antiguo de Ibiza. Aparcar en plena ciudad nos fue absolutamente imposible por lo que dejamos el coche en la parte más alta, por la zona de la muralla. La verdad es que nos dejamos llevar por las vistas desde la muralla y después paseamos sin demasiado rumbo por el interior: calles blancas con toques verde y encanto en cada esquina. Así no cuesta nada dar pasos. 

Después de deambular calle arriba, calle abajo nos entró el hambre y decidimos ir a comer. Nos equivocamos de dirección y el restaurante al que queríamos ir estaba a tomar por saco a la derecha, así que recalculamos y fuimos a comer a Sa Caleta. Sin duda, ha sido uno de los restaurantes que mas me gustó y más disfruté. Saciamos el mono de arroz y alioli a lo grande: con los pies en la arena y vistas al mar. Después de comer, bajamos a la cala y nos volvimos a perder entre las paredes rojizas de la cala. Ya era bastante tarde y pronto iba a atardecer, así que decidimos ir a ver la puesta de sol a Sunset Ashram, un local mítico pero que encontramos cerrado por temporada. Y, ¿qué más da? Nos sentamos en una roca y dijimos adiós al sol. De todos los atardeceres que vimos, este fue, sin duda, el lugar donde más lo disfruté. Ya de noche, yo no estaba muy fina y, además, teníamos ganas de descansar un rato, así que cerramos el día con un plan de manta y peli (bueno, serie) en el hotel, y tan a gusto. 

Día 2 - Ruta Faro Portinatx, la Paloma y atardecer en La Torre. 

No podéis ir a Ibiza y no hacer, al menos, una ruta de senderismo. Únicamente por las vistas con las que os encontraréis (y que es imposible ver en coche), ya merece la pena. Yo no soy ninguna experta del tema, pero cada vez me gusta más la montaña y cómo me hace sentir, así que, no lo dudamos. Aprendí de mis errores en el País Vasco y esta vez fui preparada: mallas, deportivas y camiseta bien ancha. Antes cómoda que mona. Como os digo, no sé mucho de senderismo, ni de montaña ni na de na, es más, me siento bastante insegura bajando, subiendo y lidiando con las plantas PERO la sensación de reto y superación es tan gratificante que me tiene enganchada por completo. 

Nosotros decidimos hacer la ruta del Faro de Portinatx porque leí que no era complicada y vaya, que me había emperrado con llegar hasta esa monada de faro. Os dejo el enlace a Wikiloc con la ruta porque la explica mucho mejor que yo (¡bendito wikiloc!). Nosotros nos equivocamos, y en lugar de entrar por la izquierda lo hicimos por la derecha y nos metimos bosque adentro y nos fuimos colando de coto de caza en coto de caza. Hubiera sido mucho más fácil hacer la ruta como toca, pero oye, la hicimos un poco a contracorriente, qué le vamos a hacer. 

No le tengáis miedo, hay algún tramo más complicado pero, en general, es una ruta más o menos sencillita y que, de verdad, toda una joyita para la vista: tiene tramos por los acantilados, por el torrente del río, el faro y calitas preciosas y totalmente desiertas. No sé como será en verano, pero nosotros tuvimos la ruta para nosotros solos y nos hizo la temperatura PERFECTA. En ningún momento me quité la sudadera, pero tampoco pasé ningún calor. 

Después de una ruta, no hay cosa que apetezca más que una comida contundente y que reponga pero bien bien. Llamamos a varios restaurantes (os recomiendo llamar siempre para ver si están abiertos fuera de temporada) y nada, todo cerrado. Así que, finalmente, decidimos ir a La Paloma, un restaurante de ensueño en el que se come entre naranjos y gatos el mejor pan de foccacia que he probado en mi vida. Si quieres leer más, te dejo el post por aquí. 

Después dimos un paseo por la finca del restaurante y fuimos corriendo a ver el atardecer a la terraza del hotel, que, de verdad, es idílica. Decidimos descansar un ratito, echar una buena siesta y después bajamos a cenar al centro de Ibiza. Acabamos en un restaurante que se llama Sa Vida, y está fenomenal para tomar unas tapas y unas raciones. El coche no lo pudimos aparcar en la calle (no me quiero ni imaginar como debe ser en verano), pero hay un parking GIGANTESCO muy céntrico en el que podéis dejar el coche. 

 Día 3 - Sant Carles, Santa Gertrudis, Cala Vedella y Cana Sofia

El tercer día decidimos perdernos (aún más) por la Ibiza rural y, madre mía, qué deleite. Os encontraréis con campos de margaritas, almendros y huertos cercados por muros de roca bajitos que permiten que los curiosos que nos paseamos por allí veamos todo lo que sucede y nos empapemos de la calma y la tranquilidad que se respira. A través de carreteras estrechitas fuimos pasando por diferentes pueblos, a cada cual más blanco y con más encanto. Decidimos para en Sant Carles, que tiene una iglesia monísima y en Santa Gertrudis. Allí, en unos taburetes bajos del Bar Costa, al solecito, nos comimos el mejor bocata de jamón que he tomado nunca. Os prometo que el crujiente calentito de ese pan es un auténtico placer. 

No podéis dejar de dar un paseo por Las Salinas, es de las playas más famosas de la isla. Se trata de una playa bastante grande, la enmarcan un montón de pinos, lo cual da una sensación de intimidad y calidez muy agradable. No obstante, debe ser uno de esos enclaves en los que hay tanta gente que pierde gran parte de su encanto.

No queríamos irnos de Ibiza sin probar el bullit de peix, pero en esta época muchos de los sitios donde lo preparan y tienen fama están cerrados. Así que, buscamos un poco por Internet y condujimos hasta Cala Vedella al restaurante Cana Sofía. La cala es una auténtica preciosidad y el restaurante está en frente de la playa, así...imaginad. Comimos solos en el restaurante con vistas a la cala totalmente vacía. Del restaurante salimos rodando: pensábamos que el bullit era únicamente el guisuito de pescado, no teníamos ni idea que después venía un arroz y un postre. En fin, tremendo. Ese día, estábamos que no nos podíamos mover y lo único que nos apetecía después de ver el atardecer era una buena siesta. La puesta de sol la vimos dando un paseo por el paseo marítimo de Sant Antoni. Me resultó muy impactante la cantidad de hoteles cerrados con las piscinas aún llenas de agua (verde y sucia, claro) y el ambiente de abandono y desolación que había. 

Día 4 - S'Illa, Benirrás, Santa Agnes, Puertas del Cielo y vuelta a casa

Teníamos el vuelo de vuelta a las once y menos diez de la noche, así que os podréis imaginar la cantidad de tiempo que teníamos para aprovechar. Nos debatimos entre hacer o no otra ruta, pero entre que no teníamos después un sitio donde ducharnos y la ropa de la ruta un poco sucia, decidimos dejarlo para otra visita (que la habrá). Volvimos al Bar Costa a desayunar un bocata de Ibérico y nos fuimos a explorar calitas. La primera que visitamos fue S'Illa. Aventureros de nosotros, en lugar de ir a la zona más conocida, cogimos un camino tremendamente abrupto, estrecho y duro para los que tenemos algo de vértigo. No obstante, creo que mereció mucho la pena ir allí en lugar de visitar lo más turístico. Simplemente se trata de un cachito de tierra, rocas y un islote enorme privado para ponerte los dientes largos. 

Después, condujimos hasta Benirrás, una playa preciosa. De nuevo, enterita para nosotros. Me quedé con muchas ganas de ver un atardecer allí, así que si podéis preparad unas mantas, algo de comer o beber y a disfrutar de las vistas. Teníamos también pendiente Santa Agnes, un pueblecito enano caracterizado por su iglesia y por tener, en Can Cosmi, la mejor tortilla de patatas de la isla. Pero sin duda, lo más bonito es el paisaje. Es que, de verdad, me parece imposible estar enfadado, estresado o angustiado allí por esos caminos. Cogimos el coche en dirección a alguna cala y no recuerdo muy bien cómo, pero acabamos en Ses Portes del Cel (las Puertas del Cielo). Se trata de un mirador ESPECTACULAR de los islotes Ses Margalides en la costa oeste de la isla. Entre un montón de vegetación se encuentra esta maravilla que a nosotros nos enamoró; además, decidimos comer en el pequeño restaurante que encontráis allí y he de decir que nunca había tomado un arroz con esas vistas (y alioli, por supuesto). Sencillamente, nuestra última comida allí no pudo ser más maravillosa.

Después, paseamos durante un rato y fuimos a una de las calas que hay por el oeste a disfrutar de nuestro último atardecer en Ibiza y rascar las últimas horas que nos quedaban por allí. Una vez oscureció no sabíamos muy bien qué más hacer, así que nos fuimos a tomar un algo a la "heladeria Guay" de Sant Antoni en la que no tenían helados pero eran sumamente simpáticos. Por último, nos dimos una vuelta por la zona de discotecas y de turismo de desfase sin bajar del coche porque os prometo que daba miedo aquel desierto. Todo, absolutamente TODO, cerrado. Parecía una película de miedo, de verdad. Realmente espectacular. Decidimos ir yendo al aeropuerto y esperar a que saliera nuestro vuelo de vuelta a Madrid. Como no, siguiendo la tónica de sitios cerrados, la mayoría de los restaurantes para comer en el aeropuerto estaban cerrados y lo único que pudimos pedir fueron un par de bocatas caros y malos. Así que, si podéis, id con la comida o el bocata comprado de antes.

¿Por qué decidimos ir a Ibiza en diciembre?

Lo cierto es que cuando uno piensa en Ibiza, lo último que se le pasa por la cabeza es visitarla en diciembre. Tenemos la isla mucho más asociada al verano, la fiesta y el calorcito. Vaya, algo así como que "no nos pega" ir a Ibiza en diciembre. Pues bien, nunca he estado en la isla en los meses de verano, pero por lo que he podido ver, creo que los meses más fríos del año son una época perfecta para exprimir la isla al máximo y disfrutar de, como me dijo una de vosotras: la auténtica, la Ibiza que no cierra. 

Si os soy sincera, nosotros decidimos ir a Ibiza porque queríamos irnos el puente de diciembre pero cuando nos pusimos a buscar vuelos ya estaba todo carísimo menos Ibiza. El billete era con diferencia el más barato y ninguno de los dos habíamos estado nunca. Además, por norma general, preferimos hacer turismo sin marabuntas de gente alrededor. Así pues, Ibiza nos pareció buena idea: barato, cerca de casa, vacío y bonito. 

Y puedo decir que no nos equivocamos. Tuvimos la sensación de que la isla era para nosotros, de verdad, un auténtico lujo. Un paraíso particular. Hemos disfrutado de la naturaleza, de la Ibiza rural y las playas las hemos tenido para nosotros solos en la mayoría de casos. Y de decir que, aunque no íbamos preparados, hubo algunos días en los que el agua estaba calentita y bien se podía dar uno un baño. 

Así que si dudas si ir o no a Ibiza en diciembre, se acabó: ve. 

Dónde dormir: Hostal La Torre

Nosotros reservamos en el Hostal La Torre, que por la época nos salía muy bien de precio y la localización es inmejorable. Se trata de un hostal pero vaya, con categoría de hotel. El establecimiento está en Sant Antoni, la zona oeste de la isla y os aseguro que las vistas del atardecer son una auténtica joya. Es un hostal muy cuqui, todo muy instagrameable, lleno de plantas y, como os digo, unas vistas espectaculares. Tiene una terraza cubierta y otra sin cubrir con vistas al mar, por lo que es ideal para tomarse un algo mientras decimos adiós al sol. No es un sitio barato y me parece más recomendable para tomar algo que para cenar o desayunar. En el hostal son un auténtico encanto y aunque la habitación no es enorme, estaba limpia y todo funcionaba perfectamente. 

Planificación

  • Los días antes de irnos curiosée por Internet un montón. Sabíamos que queríamos hacer alguna ruta de senderismo, que queríamos comer un buen arroz y que no queríamos ver únicamente lo típico. Así que bucée por Internet y me armé mi guía de sitios que visitar y donde comer. Yo me organicé con un tablero de Trello y luego pasé todo a Mapstr, la aplicación que utilizo para guardar visualmente todos los restaurantes o cosas interesantes a las que he ido o quiero ir. Mi usuario donde podéis encontrar todo lo que voy guardando es: alecub29.

  • Me gusta hacer un poquito de investigación antes de viajar para no caer en trampas turísticas pero no me obsesiona para nada planificar el día a día al milímetro. Prefiero ver qué nos apetece ese día y, en función de eso, ajustar lo que he investigado. En mi caso, cuando planificaba todo al dedillo sentía una especie de presión por cumplir y al final acababa igual de agobiada que en Madrid. Pero bueno, eso ya depende de cada uno.

  • Una cosa en la que no caímos y que si vais por allí en invierno hay que tener en mente es que a las cinco y media se pone el sol, por lo que oscurece bastante pronto y es conveniente tener esto en cuenta a la hora de planear el día.

  • A nosotros nos hizo muy buen tiempo, a excepción del último día que hizo un viento fino fino. No obstante, mi recomendación es vestir a capas. Durante el día, andando al sol se está bien en camiseta o jersey fino. Por la mañana y por la noche hace fresquete y un abriguito o un pañuelo calentito no viene nada mal.

  • Es casi obligatorio alquilar un coche porque si no es bastante complicado (y lento) explorar la isla. Por lo visto, en invierno el servicio de autobuses se reduce y moverse se complica un poquillo. Además con el coche, tenéis total libertad para explorar y explorar.

En cuanto a dónde ir a comer sin dejarte medio riñón, que esté rico y que encima esté abierto en invierno, pásate por este post de aquí que te lo cuento con más calma. 

En fin, al final me he enrollado de lo lindo, pero me apetecía compartir una mini guía práctica para visitar Ibiza en invierno que os ayude a organizar vuestro viaje (vayáis cuando vayáis) pero que, sobre todo, os anime a visitar la isla en esta época del año. Contar que hay una Ibiza más allá de la fiesta y la noche. A mi sin duda, como cada escapada, cada huída de mi rutina, me ha sentado de maravilla y ha sido ese golpe de aire fresco que necesitaba para recuperar ganas, relativizar los "problemas" y cargarme de ilusión. Como cada viaje, me recuerda lo pequeños que somos y lo mucho que nos queda por descubrir; me obliga a parar del corre corre de Madrid y me demuestra lo bonito que es respirar, disfrutar y, en definitiva, vivir. 

¿Habéis estado en Ibiza? ¿Qué recomendaciones tenéis? Espero que os haya gustado el post y muchas gracias por leerme :) 

Un besote enorme