Almagro y las Tablas de Daimiel

¡Aloha! ¿Cómo andáis? Yo muy achicharrada y echando de menos mis abrigos, gorros y bufandas. Pero bueno, qué le vamos a hacer. 

En el post de hoy quería compartir con vosotros mi última escapada con Mr. Bold. Con la excusa de su cumple, nos fuimos a pasar el finde a Almagro, un pueblo en Ciudad Real que rompe con cualquier mito absurdo de que en La Mancha no hay nada que ver. Creo que para los que somos de Madrid y alrededores es una escapada de fin de semana estupenda. Está a poco más de dos horas de Madrid y el camino es realmente muy facilito. 

Realmente no elegimos Almagro desde el principio, la idea era ir a un restaurante italiano con muchísimo renombre que está en Tomelloso (a una hora de Almagro) y en el que le regalé una cena a Mr. Bold por su cumple. Con esta idea en mente, busqué algún pueblo bonito cerca y lo que más me encajó fue Almagro.  

Viernes: De Madrid a Almagro

El viernes me recogió Mr del trabajo hacia las cuatro y fuimos a comernos un pincho de tortilla en Casa Dani, en el Mercado de la Paz (si no lo habéis probado, estáis tardando). Con la tripa llena, muchas muchas ganas de escapar de la rutina y una buena playlist (Junio de 2018) pusimos rumbo a Almagro. Después de un camino de paisajes no demasiado espectaculares llegamos a un pueblo blanquito. Recuerdo perfectamente como nada más acceder ya se veía al fondo el verde de la plaza, uno de los elementos más característicos del pueblo. 

Aparcamos el coche (no tuvimos ningún problema de espacio) y entramos en Casa Rural Tía Pilar, donde nos alojamos el fin de semana. La casa es una preciosidad: tiene dos patios pintados de azul y blanco llenos de flores, mesitas y detalles pintorescos. Nos dieron la habitación en la que según ellos "cuando vienen a sacar fotos de lencería o de boda siempre piden esa habitación". No se me ocurre mayor honor, oigan. 

El resto de la tarde esperamos a que bajase un poco el calor en la habitación con el primer partido del mundial y una breve (pero necesaria) siesta. Después salimos a cenar a uno de los restaurantes de la plaza y dar un paseo por allí. 

Sábado: Las Tablas de Daimiel y Marquinetti

El sábado nos despertamos con calma (para eso están las escapadas de finde) y bajamos a desayunar a la plaza. No puedo ni explicar lo mucho que disfruto de desayunar un buen pan con tomate en una terraza, sin horario y sin obligaciones. Para mi es uno de los grandes placeres en esta vida (¡bendito pan con tomate!). 

Después de desayunar nos pusimos nuestras gorras de explorar y fuimos a Las Tablas de Daimiel, otra de las razones por las que Almagro resultó ganador a la hora de elegir destino. Quería que hubiera alguna opción de naturaleza cerca pero como iba a hacer muchísimo calor tampoco me apetecía dedicar un día entero a ruta. Así que, Las Tablas de Daimiel son perfectas para eso. 

Por si os quedan ya muy lejanas las clases de geografía, Las Tablas de Daimiel es un parque nacional que protege el humedal. Para que nos entendamos, se trata de una zona en la que, cuando ha llovido, hay mucho agua. En el parque hay puentes que cruzan los humedales y alrededor hay, como os podéis imaginar, muchísima vegetación y especies diferentes de aves, peces y reptiles. Es realmente un paisaje muy curioso. Nosotros tuvimos suerte porque como ha llovido tanto había agua y pudimos verlo (casi) en todo su esplendor. 

El paseo es apto para todo el mundo, no se necesita nivel de ningún tipo y me parece una excursión perfecta para ir con niños. Eso sí, pega el sol de lo lindo. Preparad la crema y la gorra. 

Una vez hicimos el paseo por allí (se tarda más o menos una hora) fuimos a comer a un pueblo que nos habían recomendado: Villanueva de los Infantes. Es un pueblo bastante cuco y como parada nos gustó mucho. Después de la comida, fuimos al hotel a pegarnos una ducha, descansar un poco y esperar que bajase el calor (porque maaaadre mía). 

Esa noche fuimos a Marquinetti, el restaurante que os comento. Está en Tomelloso, a una hora de Almagro, y es famoso por tener las mejores pizzas del mundo. Reservé con un mes antelación, aunque creo que no es necesario tanto tiempo: había varias mesas para gente sin reserva. La verdad que el trato fue inmejorable y la comida estaba muy buena, aunque me duele decir que prefiero la pizza de Piccola Napoli o de Grosso Napoletano. Pedimos una ensalada Romescu, que estaba espectacular, y dos pizzas: la Fantasía y la de Rabo de Toro. Sinceramente, la Fantasía estaba muy rica, pero la masa era tan densa que resultaba realmente pesado acabársela. Por otro lado, metimos la pata con la de rabo de toro, dentro de que estaba también muy rica. 

Domingo: Vuelta a Madrid

El domingo nos lo tomamos con mucha calma también. Nos levantamos, recogimos y nos bajamos a desayunar con tranquilidad en la plaza. Después dimos una buena vuelta por Almagro. No puede faltar su corral de comedias o la Iglesia de San Agustín, aunque creo que lo mejor es dejarse llevar y disfrutar del paseo. Realmente se trata de un pueblo con mucho encanto. Si podéis, aprovechad para ir al Festival de Teatro de Almagro (del 5 al 29 de junio). Tiene que ser muy chulo. Comimos en El Abrasador de Almagro una ensalada de jamón serrano espectacular y una carne increíble también. De diez. Salimos encantados. De ahí pusimos rumbo a Madrid, paramos para repostar y limpiar la matanza de mosquitos y bichos que llevábamos en el morro y el cristal del coche y pusimos fin a una escapada realmente slow y necesaria. 

Espero que os haya gustado el post y sobre todo que os animéis a visitar Almagro. Definitivamente, es un lugar que merece la pena y que a mi, desde luego, me sorprendió para bien. 

Un abrazo muy fuerte