Por qué me fui (y por qué vuelvo)

¡Hola!

No hace tiempo ni ná. Hace casi nueve meses que escribí mi último post y si os soy muy sincera, durante todos estos meses he pensado que iba a ser el último. Y de esto os vengo a hablar, de por qué me fui (después de unos meses bastante constantes), por qué he decidido volver y qué habrá nuevo por aquí. Sé que “ya nadie lee blogs”, pero bueno, si estas leyendo esto significa que por lo menos una persona sí lo está haciendo y con eso me sobra y me basta.

Vuelvo porque:

  1. Disfruto compartiendo

    Hay quien no disfruta compartiendo y hay quién, como yo, prueba o vive algo y necesita compartir el entusiasmo (o la decepción) que eso supone. He aprendido hasta dónde me siento cómoda compartiendo online y por qué es importante (para mi) establecer cierto límites.

  2. He redefinido mis métricas de “éxito”

    Donde antes éxito para mi se medía en números (seguidores, visitas, tiempo…), ahora lo defino en función de parámetros más emocionales y personales que me aportan más valor y menos frustración que las métricas tradicionales.

  3. He definido el propósito, la forma y la prioridad de mi plataforma

    Como os decía antes, sé para qué quiero el blog (y para lo qué no) y por ende tengo claro la prioridad y el espacio que tiene en mi vida, así como lo que quiero contar y de lo que quiero hablar. No creo que vuelva a Instagram de la misma manera que lo hacía antes; lo mantendré como medio de comunicación con quienes ya me sigan y para anunciar nuevas publicaciones del blog.

Me fui porque:

  1. Me centré en explorar mi mundo personal y profesional offline.

    Sin entrar en detalles concretos (y complejos), necesitaba tiempo para explorar. Tiempo para probar y descifrar qué quería hacer desde un punto de vista personal y profesional. Ha sido un año de mucho trabajo de conocimiento propio y muchos aprendizajes en esta etapa como autónoma también. Necesitaba darme algo más de espacio en la cabeza (y en el reloj) para probar e intentar cosas que están fuera de la pantalla y que hubiera sacrificado por pasar tiempo aquí (o en Instagram).

  2. Necesitaba romper con mis “ataduras digitales” y reflexionar sobre mi relación con ellas

    Da igual si tienes 1000 o 400.000 seguidores, cuando tienes gente que te sigue, a la que le importas sin tu conocerles a ellos y a la que, además, le has compartido muchas intimidades y vulnerabilidades se crea un vínculo curioso. Si bien tiene una cara muy positiva (conocer gente nueva, apoyo, entretenimiento), tiene otro lado que yo he necesitado tiempo para procesar, entender y manejar. Por una parte, preguntarme por qué comparto según qué informaciónm, qué implicaciones tiene perder seguidores, qué impacto tiene eso en mi propia percepción, Y así un sin fin de preguntas que dan para un rato.

  3. No veía qué podía aportar

    No tenía claro para qué tenía al blog. Al principio, cuando empecé, mi motivación era clara: quería ayudar a otros a adelgazar como yo y sentirse tan bien como yo me sentía. Pero con los años, este motivación se fue emborronando y se sumaron muchas de mis inquietudes y preocupaciones con respecto a las redes. Llego un punto en el que no veía la finalidad ni el propósito para vosotros o para mi del blog. A esto se le suma mi vena perfeccionista y actitud (algo) obsesiva y tenemos una combinación perfecta para el desencanto.


Para mi Aleoli (o La Matrícula Roja) para los oldies, siempre ha sido un vehículo que me ha permitido descubrir, mejorar habilidades y conectar con mucha gente. Pero también ha sido, en muchos sentidos, una distracción no necesariamente positiva. Quiero utilizar mi plataforma para seguir aprendiendo y descubriendo y desprenderme del miedo a hacer el ridículo, ser incoherente o no estar a la altura. Y también quiero aprovecharlo para crear conexiones reales y físicas con quienes me leéis.

¡Nos leemos (y quizás vemos) pronto!💛