¿Confiamos en los influencers?

(DISCLAIMER: el post es, lógicamente, una generalización. Siempre hay buenas prácticas, las personas pueden equivocarse y rectificar, etc.)

A raíz de la noticia que se publicó hace unas semanas sobre la influencer con varios millones de seguidores que apenas había podido vender 36 camisetas de su marca (lo cual no es exactamente así, pero nos vale igualmente) se han publicado un montón de artículos sobre la influencia real de los influencers y sobre el futuro de esta nueva industria que muchos vaticinan, acabará pronto. En el post de hoy quiero daros mi opinión sobre este asunto y por qué confío más en una reseña anónima de Amazon que en la mayoría de influencers.

Los influencers nacieron como la alternativa (lógica y necesaria) a los anuncios de famosos anunciando productos que ni les iban ni les venían y que inspiraban ya muy poquita credibilidad (cof, cof, Iniesta y los pods, cof, cof). Un influencer (que por aquel entonces no se llamaban de ningún modo concreto) era el equivalente digital a una amiga qué te contaba qué le gustaba, qué había hecho y qué le había parecido. El denominador común entre ellos era la pasión y el entusiasmo con el que contaban las cosas y la ilusión que transmitían. A medida que sus números de visitas y seguidores crecían, las marcas se fueron interesando por estos perfiles y muchos de ellos crecieron tanto que se acabaron convirtiendo en auténticos famosos. Otros muchos, pudieron empezar a vivir de su hobby a través, al menos al principio, de publicidad. Hasta aquí todo bien, de algo hay que vivir. Entonces, ¿donde está el problema?

Por qué he dejado de creer (a casi todos) a influencers💔

En mi opinión hay tres grandes cuestiones que han deslegitimado a estas figuras:

  • Falta de autenticidad
    Cuando un influencer me dice que cada champú que usa es su favorito, que todos los restaurantes en los que come son increíbles y que una marca de bañadores le va a sentar bien a cualquier cuerpo es comprensible que llegue un punto en el que no me crea nada. Porque no, en tu bañador que no ofrece más allá de la talla L, no me cabe ni una pierna. Creo que, por no ofender a una marca y no cerrarse puertas a posibles colaboraciones, los influencers han dejado de ser sinceros con su audiencia y su tasa de credibilidad (que no necesariamente va pareja con el número de seguidores) ha caído en picado.

  • Falta de coherencia
    Muy al hilo del punto anterior, el hecho de que muchos influencers trabajen con marcas que chocan frontalmente con lo que ellos promueven, defienden o simplemente presentan en su vida diaria sorprende (para mal) al seguidor y, de nuevo, merma la relación de confianza entre seguidor e influencer. Por ejemplo: un perfil que parece en principio preocupado por la sostenibilidad medioambiental y la buena alimentación patrocina una marca de platos preparados cuyo recipiente está hecho de plástico.

  • Falta de evolución y calidad del contenido
    He observado un fenómeno en muchos influencers y es que parece que se han quedado en lo que eran hace cinco años o han ido a menos en el cuidado de su contenido. Me sorprende la falta de preocupación por mejorar: sacar mejores fotos, estudiar bien un tema o estructurar de otra manera un post. En mi opinión, son detalles que demuestran que a esa persona le importa su trabajo y se toma en serio tanto a sus seguidores como a marcas. Valoro muchísimo ver a un influencer qué piensa de qué manera puede hacer que una colaboración no resulte invasiva, sea útil para sus seguidores y lo cuente de una manera creativa y currada. No una foto dando un beso a una crema hidratante o poniendo morritos con una café para llevar. Si vas a trabajar con Nespresso…¿por qué no ir más allá? Contarnos cómo fabrican, de dónde obtienen el café, la clave del éxito, yo que sé, algo. Algo más allá de hacer ostentación y crear un contenido fácil, rápido e insípido.

Chloe quiere ser influencer y se cuela en los shoots.

💞Buenas prácticas💞

Creo que lo mínimo, para una persona cuyo trabajo a tiempo completo es ser influencer, es preocuparse por el bienestar de su sector, de las marcas y de sus seguidores. Y el suyo, claro. Y se puede hacer. Se puede trabajar con marcas o se puede vivir de ser Youtuber sin necesidad de ellas, también. Pero hay maneras y maneras. Os quiero dejar ejemplos de perfiles que, en mi opinión, combinan a la perfección todo esto que os digo y que para mi son un ejemplo de buenas prácticas en el sector.

  • Mango Street: un canal de youtube sobre fotografía. Integran a sus patrocinadores de una manera natural y trabajada en sus vídeos. Os dejo un ejemplo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=syfjVetUfws (7:20)

  • Ingrid Nilsen: una youtuber del mundo beauty que lleva más de diez años en la plataforma. Su evolución ha sido espectacular: de compartir productos de belleza y su día a día prácticamente a un contenido que combina beauty y reflexión con un visual mejorado con respecto a hace unos años.

  • Ratolina: esta youtuber española de beauty habla de lo bueno, lo malo y ante todo es coherente con lo que dice, es muy sincera y transmite pasión por lo que cuenta. Ah, y tiene un millón de seguidores.

    Hay muchos más, en Instagram @wishwishwish o @thingstesting (sin que la patrocine ninguna marca) son muy buenos ejemplos de lo que os digo.

En definitiva y para concluir, creo que la combinación de los tres factores anteriores sumado a la cantidad de anuncios que recibimos a diario y la falta de transparencia de los influencers comienza a saturar al usuario. Quien, además, no puede evitar compararse constantemente con un ritmo y estilo de vida prácticamente inalcanzables que le llevan a sentir malestar y frustración (pero esto es otro tema).

Contádme vuestra opinión en los comentarios. Me interesa, de verdad, mucho vuestra opinión.

¡Gracias por leerme!